Un café, por favor.

Recuerdo que aquel día me había invitado a un café. Había mucho sobre qué hablar.

Era una cafetería cualquiera, dentro de una ciudad cualquiera, con grietas, con humo saliendo a bocanadas en cada esquina. Una ciudad que sangra lo mismo cualquier día de año.

En las mesas no había manteles con elefantes, ni siquiera casitas con aire bucólico. Eran azules, pequeñas, apretadas una con otra.

No había tiempo para introducciones cansadas, repetidas, las de siempre. Recuerdo que no levanté la cabeza, no sé si había más gente en la otras mesas azules. Recuerdo que al fondo sonaba Yes it is.

Recuerdo muchas cosas de aquella tarde, de ese día de soledades juntándose, sedimentándose al fondo de mi café cortado.

Recuerdo que todo empezó con el sonar desesperado de mi teléfono. Al otro lado de la línea, al otro lado del mundo... aquella voz. A este lado del mundo aquella sonrisa... aquella necesidad de poner palabras... darlas de la mano y dejarlas bailar un tango, una salsa.

Recuerdo que el día pasó después tan cotidiano, tan pequeño, tan urgente de correr...

Me senté a la mesa, esperando la palabra oportuna para decir lo que tenía que decir, lo que tenía que escuchar. Luego todo discurrió en aleatorio, un vaso en el suelo, un café cayendo por el borde de otra mesa.

No sé si la gente me escuchó hablar, seguro sí. Seguro me recordarán como 'la loca aquella del café, que se hablaba en segunda persona, se contestaba y sonreía'. Da igual.  Yo mientras acomodaba los tumultos que aquella voz dejó sembrados en mis manos...

Me abracé a la vida, sonreí algunas veces más. Recuerdo el último sorbo de mi café, el frío, el que siempre desprecio, pero aquella vez no.

Se acabó la tarde con mi café, era de noche cuando salí de allí.. Recuerdo que llovía...

¿Dónde habré dejado mi impermeable gris?















"Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde debajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, pourquoi, why, warum, perché este horror a las perras negras? (...) Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo". Julio Cortázar

Y de pronto las palabras salen como borbollones...
revientan de angustia a los tinteros,
agrietan renglones, rompen los papeles. 

Palabras de ira.
Mimosas.
Palabras excomulgadas.
Palabras de caricias.

De llanto guardado.

Hacen nudos gordianos en la garganta,
soplan buenas nuevas en la nuca.

Quiebran las pupilas, 
evacuan abismos.

Palabras dañadas. Maltrechas.

Palabras renaciadas, palabras que sonríen tercas.

Cantan valsecitos irritantes, 
detienen el tiempo en alguna mirada.

Vuelven de lejos, de donde no me llevaron.

No me cuentan sus historias, 
hacen magia tras los velos.

Me abrazan. Me muerden. 
Me lloran. Me llueven. 
Me alzan. Me crucifican. 
Me tienden. Me arropan.

Palabras que fueron. 
Palabras que inventan.
Palabras que manchan mis dedos.

Palabras que me sueñan, soñándolas yo a ellas.

Palabras unidas, palabras tiernas.

Palabras que me escupen, me atan. Me violan.

Palabras como brisa corriendo mi cabello.

Palabras que las sueño.


Palabras que reinvento.