A la sombra de Hades

Comienzan los compaces
resonando en duelo...
se desprende mi sonrisa:
vertiginosa caída libre
al centro mismo del vacío.

Entonces los corroídos recuerdos
toman la fuerza de una pesadilla,
los clamores cobran vida
y me pierdo entre mis pasos
cuando me desdoblo de mí
y me doblo en otro yo descontinuado.

Despojada de la luz
tocando a ciegas puertas cerradas
viendo tras los silencios amarillos
recobrando el humo con mis labios
siendo apenas el dorso de una mano.

Contando alas rotas
tiradas a la orilla del camino
voy presa de mi bruma
sujetando por los hombros
mil fantasmas desconocidos.

Voces que no me llaman
vienen desde el fondo
atravesando estigias visiones
ahogándome en emociones
listas para mi entierro.

Presagios de muertes no naturales
cantadas por ecos aterradores,
gritos lejanos acercádose
a toda prisa hasta tomarme por los tobillos.

Reptando entre mis angustias
me dentengo frente al arco
que ostenta por entrada
el reino de mi locura.

Mis propios muertos
giran y me dan la espalda
seguros de que no pertenezco
a este cuadro desahuciado.

Imágenes empañadas de pasados lejanos
acompañan a mis miedos
en medio de esta noche lúgubre
hacia los espejos rotos
que trae entre sus manos
la sombra de un mal día.

Rencores inconfesables
esparciéndose por los rincones
tirando los jarrones a su antojo:
cristales fríos para lacerar mis pasos.

Me queda el alma segmentada
flotando en la barca de Caronte
caída sobre su rostro descubierto
rogando por la pronta llegada del amanecer...



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